domingo, 21 de julio de 2013

La Masturbación con Vibrador, placer extra!

Una tarde calurosa y con pocas ocupaciones por fin me decidí a hacer aquello que había rondado mi cabeza por tanto tiempo. Me escapé del trabajo en mis horas libres y me dirigí a aquella dirección que tanto me costó hallar en el internet. En un centro comercial solitario, al fondo del último pasillo, enmarcada en plumas fucsia, atuendos de cuero y encaje negro, al fin vi la entrada de la tienda. Sentí que me saltaba algo en el estómago y se me secaba la boca pero me di ánimos diciéndome una y otra vez: “Eres una mujer adulta y fuerte, puedes hacer esto”.

Entré a aquel poco iluminado y perfumado lugar, con la sonrisa congelada y una sobreactuada actitud de seguridad. Dentro me espera un simpático joven de aproximadamente unos 21 años (algo joven para trabajar en ese sitio, pensé); su actitud fue amable y cordial.
  • Buenas tardes, en que puedo servirte?
  • Hola, buenas tardes. Me gustaría ver algunos modelos de vibradores.
  • Por supuesto, algún requisito en especial?
  • Mmm… (pienso unos segundos) pues tamaño promedio y que vibre, supongo.
  • Muy bien, observe este, por ejemplo (comenta señalando hacia uno en específico, ubicado en la vitrina) tiene un modelo bastante anatómico que simula la forma del cuerpo venoso y la del glande; además  posee varias velocidades que puedes manipular a través de esta ruedita en la parte inferior.

(Sentí calor en la cara, señal de rubor.)
  • Pues se ve… adecuado.
  • Permíteme mostrarte cómo funciona (utiliza antibacterial para limpiarse las manos, paso siguiente toma el dildo). Utiliza un par de baterías doble A que se insertan por acá. Aquí manipulas las velocidades; fíjate en las diferentes intensidades que alcanza la vibración al girar esta rosca…

(Extendió su mano con el dildo hacia a mí. Tímidamente lo toqué con un dedo por un costado.)
  • Si, vibra muy …(rico, duro, sabroso?) …prolijamente. (prolijamente??? Que tonta!).
  • Además es muy flexible, casi como un pene real. Colócate un poco de antibacterial para que puedas sentirlo.

(Me apliqué el antibacterial, tomé aquel rosado falo entre mis manos y comencé a doblarlo con gentileza, no quería que luciera doloroso)
  • Sip, bastante realista.
  • Permíteme mostrarte este otro, por ejemplo, es un vibrador doble….
  • No, no! No será necesario, por ahora estará bien con uno sencillo. Me llevo este.

Regrese al trabajo aquella tarde con la actitud de quien intenta pasar un bulto de drogas a través de la aduana de un aeropuerto.

Debo acotar que desde que descubrí la masturbación en mis años pubertos, me acostumbre a la estimulación directa del clítoris con los dedos como la manera más fácil de alcanzar un orgasmo. Pero aquella noche todo eso iba a cambiar para siempre.

Opté por comenzar el asunto de la manera usual; una ducha tibia y relajante, la habitación iluminada sólo por la luz del monitor del PC donde había puesto un video erótico el cual miraba mientras me aplicaba crema con aroma de almendras en todo el cuerpo. Al terminar me recosté de espaldas en mi cama con las piernas separadas y las rodillas flexionadas.

Deje que mis manos recorrieran mi cuerpo desde mi cuello, pasando entre mis senos, rozando los labios externos de mi vagina. Me lamí algunos dedos y con ellos dibuje la aureola de mis pezones.

Con ambas manos me separe los labios externos imaginando que alguien secretamente me miraba, me sentía expuesta, descarada, excitada. Con una mano comencé a dar golpecitos ligeramente sobre toda el área. Mi otra mano tiraba los labios hacia atrás, manteniendo una débil tensión sobre el clítoris. Sentí humedecerme.

Me coloque algo de lubricante en los dedos; comencé a estimularme sobre el clítoris frotando hacia arriba y hacia abajo con toques cortos y a veces moviendo el capuchón (o prepucio) simulando la masturbación masculina, lo que me resulta siempre delicioso . En ocasiones me detenía para apretar un poco mis pezones.

En el video de la pc él la penetraba solo introduciendo medio pene, esto la hacía gemir desesperadamente a ella y me enloquecía a mí.  Era el momento.

Tomé el vibrador y le aplique una buena cantidad de lubricante, lo encendí en velocidad media y, con las piernas bien abiertas, sin dejar de frotarme el clítoris con una mano, con la otra me penetré.

Lo que sentí a continuación difícilmente podré explicarlo, pero lo intentaré. El placer fue tan intenso que mi piel se erizó y mis pezones se endurecieron; mi clítoris se hincho hasta el punto de sobresalir de entre mis labios.

Yo que solía estar siempre muy quieta y silenciosa mientras me masturbaba, esta vez arqueaba mi espalda y movía cadenciosamente mis caderas arriba y abajo, cerraba los ojos con fuerza, mordía mis labios, respiraba ruidosamente y gemía! El orgasmo no tardó en llegar.

Un clímax fulminante hizo explosión en mi clítoris y se expandió furiosamente hacia mi pelvis y al resto de mi cuerpo. La contracción de los músculos dentro de mi vagina fue tan intensa que empujaban con fuerza el vibrador hacia afuera mientras yo me esforzaba por mantenerlo dentro.  Los espasmos descontrolados producían movimientos involuntarios en mis pies y me hacían rodar de un lado a otro en la cama. Los gemidos se hicieron más fuertes y de inmediato olas de gusto me recorrieron la piel y fuertes palpitaciones se concentraron en mi sexo. Me quedé un poco en blanco respirando exhausta mientras la relajación me invadió dulcemente.

Fue el mejor orgasmo por masturbación que había tenido hasta ese día. Sin lugar a dudas.

Mi vibrador fue una excelente adquisición; Me ayudo a descubrir nuevas sensaciones y gustos, amplifico mi placer al masturbarme, está firme para mí cuando lo necesite y lo único que me pide a cambio es, de vez en cuando, un par de baterías AA!


Aun hoy día me reprocho como fue que no me compre aquel maravilloso aparato antes???.

domingo, 14 de julio de 2013

Pueden Hombres y Mujeres verdaderamente ser amigos?

Siempre ha existido la discusión sobre la posibilidad de la amistad entre hombres y mujeres. Algunos dicen que sí se puede formar un vínculo fraterno entre dos personas de sexo opuesto; otros señalan que no porque irremediablemente en algún momento surgirá la atracción física. 

Reconozco que en la gran mayoría de mis relaciones de “amistad” con especímenes del sexo opuesto está presente un deseo escondido pues cualquier vínculo implica una atracción hacia otra persona, basado en intereses comunes, gustos similares y una compatibilidad especial a la que solemos llamar “química”.

Como resultado la fantasía siempre está asechando, esperando que algo más suceda. La oportunidad de llegar al sexo está a la vuelta de la esquina, esperando a mostrarse en el momento más inoportuno. Por esta causa suelo evitar posibles situaciones tentadoras.

Pero hay ocasiones en las que me gusta correr lentamente, dejar que esta me atrape.



Una noche de lluvia busque una copa de vino, llame a un amigo disponible e iniciamos una grata velada de mucha plática. Con una muy rebuscada doble intensión toqué el tema y la conversación se tornó interesante:

  • Yo: Anda, cuéntame lo que aún no se de ti.
  • El: Que quieres saber?
(Cruce de miradas cómplices, ya sabe por dónde vengo y él también quiere ir por ahí)
  • Yo: Sé que en este momento no estás flechado por nadie pero me gustaría saber si actualmente te sientes atraído por alguien.
  • El: En este momento no estoy enamorado, pero no estoy ciego. Si me gusta alguna por ahí; me siento atraído por alguien todos los días; cada vez que veo una chica linda me gusta. Pero ahorita mi enfoco en mi crecimiento profesional. Supongo que esto, a futuro,  atraerá a una mujer como la que quiero para mí.
  • Yo: Comprendo. Entonces llevemos esta plática directo al siguiente nivel. A qué edad dejaste de ser virgen?.
(Breve pausa, mejillas encendidas, sonrisas)
  • El: Habíamos tardado en caer en estos temas que tanto disfrutas… (aclara su garganta) …dejé de ser virgen a los 15 años, cuando estaba en bachillerato.
  • Yo: Con quien fue?
  • El:: Fue con una amiga del colegio.
  • Yo: Una amiga o una novia?
  • El: Una amiga. Se llamaba Virginia. Siempre estudiábamos juntos en su casa.
  • Yo: Ah, la vieja historia de los amigos que terminan enredados. Ya la conozco bien.  Como fue que llegaron a eso?
  • El: Como te mencioné, siempre iba a casa de Virginia a estudiar; le explicaba química. Soy bueno para la química.
  • Yo: Ya lo había notado (Guiño un ojo con complicidad, él se sonroja nuevamente).
  • El: Su mamá también confiaba mucho en mí. Me veía como un joven respetuoso y educado; lo que ignoraba es que ya había desarrollado mi lado pícaro. En algunas oportunidades, durante las pausas, hablábamos de sexo, de nuestras dudas, de los amigos en el colegio que ya habían tenido sexo, etc. Una tarde que fui a su casa a estudiar; una cosa llevo a la otra y ese día nos besamos por primera vez.
  • Yo: Quiero detalles!
  • El: Nos sentimos muy bien besándonos pero a la vez culpables por temor a que, de alguna forma, se estuviera rompiendo la amistad. Ese día no pasó nada más que los besos. Pero esos besos despertaron muchas cosas en ambos, cosas que luego nos fuimos contando. Hasta que una tarde de estudio en su casa le dije que quería dejar de ser virgen con ella. Y sin dudarlo Virginia aceptó!. De inmediato comenzamos a besarnos y cada beso nos fue llevando a más, a recorrer nuestros cuellos mientras ella acariciaba mi cabeza con sus dedos. Recuerdo que fue bastante apasionado pero sin apuros.
(Parece confundido; hace una pausa intentando recomponerse y luciendo avergonzado añade…)
  • El: Uff como me haces esto! he comenzado a excitarme.
(Instintivamente me humedezco los labios, tal vez fue por sed, o tal vez no)
  • Yo: Continúa por favor. Deja que esa excitación te dicte lo que me relatas. Tú mismo te has excitado con mis escritos, ahora es mi turno, me lo debes.
  • El: Esta bien… (un par de respiraciones profundas, se resigna y prosigue) …La verdad es que a mí me fascinaba lo que pasaba. Nos fuimos a su cuarto, a su cama. Comencé a besar sus senos. Ella sentía algo de pena, pero claramente notaba que le gustaba. Poco a poco fui recorriendo con mis labios y lengua su cuerpo. También tenía algo de temor o pena de que me rechazara o de que no le fuese a gustar lo que iba haciendo o, peor aún, de que su madre llegara! Pero seguí besándola, me dirigí hasta su vagina y comencé a besarla suavemente mientras que con mis dedos la acariciaba. Eso la excitó mucho al punto de pedirme que la penetrara.
  • Yo: Si… sigue… (sin darme cuenta había comenzado a exhalar por la boca).
  • El: Oh! recuerdo claramente que me dijo "estoy preparada, quiero que me penetres!". La sentía algo nerviosa pero claramente excitada y yo estaba igualmente excitado. Por primera vez mi pene se ponía tan duro. Fue una sensación muy distinta a la de masturbarme. Poco a poco fui apoyando mi pene sobre su vagina deslizándolo de arriba a abajo una y otra vez, rozando divinamente. Hasta que al fin ya no pude contenerme y comencé a introducirlo lentamente. Le dolía, podía notarlo y eso me puso algo nervioso porque pensé que le estaba lastimando. Le pregunté “quieres que siga o que me detenga?” y con los ojos cerrados solo respondió “sigue”. Ella estaba tendida sobre la cama, con mis brazos sostenía sus piernas levantadas en ángulo e iba moviéndome lentamente en un principio metiendo mi pene cada vez un poco más dentro de ella hasta que la penetre por completo. Poco a poco fui moviéndome con más rapidez e ímpetu.
(Mi estado era evidente, me mordía los labios, imaginando toda la escena… intente disimular)
  • Yo: Ok, te sigo.
  • El: Mientras la penetraba acariciaba sus pechos con delicadeza y morbo. Anhelaba tenerlos nuevamente en mi boca pero la sensación de estarla penetrando era enloquecedora, cada vez más fuerte. A ratos decía que le dolía, pero su cara era tal mezcla de placer y dolor que solo pude desacelerar un poco y continuar. El movimiento acompasado de nuestros cuerpos era tan divino y estimulante, que recuerdo pensar que estaba viviendo las sensaciones más ricas de mi vida. Sus gemidos me fueron llevando a mi punto más alto de excitación hasta que al fin llegó el momento. Virginia gemía y jadeaba, un orgasmo estaba explotando dentro de su vientre y su vagina se contraía para apretarme. Una poderosa y deliciosa sensación se aglutino en mi ingle, se irradio al cuerpo hinchado de mi pene y se concentró ahí. Sentía mi esperma desplazándose dentro de mí y justo antes de eyacular saqué mi pene y comencé a masturbarme casi violentamente hasta verter mi semen caliente sobre su vientre.
(El silencio. Ambos expectantes; el esperaba mi comentario, yo esperaba algo más, tal vez alcanzar mi clímax pues me sentía muy cerca)
  • Yo: Wao… (exhalando, pensando en que decir ahora) Volvieron a hacerlo alguna vez o continuaron siendo amigos? (pregunta tonta, lo único que se me ocurre al calor del momento).
  • El: Lo hicimos un par de veces más pero nuestra relación cambio, ya nunca volvimos a vernos de la misma manera, hasta que perdimos contacto.
  • Yo: Perdiste una amiga, pero valió la pena (le miro con malicia).
  • El: Ciertamente (me mira de igual forma) De solo recordar todo aquello mi pene se ha puesto como una piedra. 
  • Yo: Lo sé (ya lo había notado).
(Silencio incomodo, risas)
  • El: Deberé hacer algo al respecto al llegar a casa.
  • Yo: Deberías ir a hacerlo ya.
 
         Aquella noche estuve a punto de conseguir aquello que inconscientemente buscaba pero dos cosas lo impidieron: 1) Una llamada telefónica rompió el encanto y 2) Logré discernir a tiempo que con el sexo, al igual que Virginia, perdería algo más que un amigo; perdería un vínculo fraterno que siempre juguetearía con  la idea del sexo como una meta latente y estimulante. La manera más sencilla de conocer el lado opuesto del universo: Acceso ilimitado a la mente del sexo opuesto.